martes, 11 de junio de 2013

La operación de anginas, los helados y la dieta

La amigdalectomía es una de las cirugías que realizamos con mayor frecuencia en los niños. En el informe de alta hospitalaria, a parte de prescribir un tratamiento para el dolor, la recomendación habitual es seguir una dieta blanda y no demasiado caliente durante los primeros días, y sin costras durante dos semanas. También insistimos en la ingesta de líquidos para evitar la deshidratación, y para que puedan tomar la medicación analgésica.

Hay revisiones sistemáticas que comparan un fármaco analgésico frente a otro, si el antibiótico o los corticoides reducen el dolor postoperatorio, o si una determinada técnica quirúrgica produce más dolor que otra. Pero son pocos los trabajos que estudian las MEDIDAS NO FARMACOLÓGICAS para aliviar el dolor y favorecer la recuperación de nuestros pequeños. Sería interesante saber si podemos hacer o recomendar algo más para disminuirles el dolor.

Los mecanismos que se han relacionado con el dolor postoperatorio son tres: la inflamación local de los lechos amigdalinos, la irritación nerviosa (a través del nervio glosofaríngeo) y el espasmo faríngeo. También es frecuente que duela el oído por un mecanismo reflejo (otalgia refleja).


La DIETA es importante, pero más que una dieta liquida o blanda, lo fundamental es que los niños coman con frecuencia. Los estudios que comparan los diferentes tipos de dietas (solidas, blandas, líquidas o el no consejo dietético) son pocos y muy heterogéneos, pero no hay diferencias en el dolor y la recuperación. Aun así, cuando se les da a elegir a los niños lo que quieren comer después de la cirugía amigdalar, ellos mismos escogen alimentos líquidos y blandos; y la cantidad que comen es mayor que si se les ofrece una dieta más restrictiva. Se ha sugerido que para aliviar el espasmo muscular lo principal es que el niño coma y degluta, y se ha asociado una ingesta deficiente con el aumento de la hemorragia postoperatoria.

Uno de los cinco mitos de la amigdalectomía es que los niños solo pueden comer HELADOS. Sin ninguna duda pueden comer muchas más cosas. También se ha comentado que comer muchos helados convencionales (de leche) después de la cirugía, podría aumentar la mucosidad en la faringe y producir tos. Pero sabemos que la leche NO produce más mocos, y si aún tienes dudas puedes leer esta entrada. El helado, además de estar frío y aliviar el dolor, gusta mucho a los niños. Y si además está tan bueno como el que hacen mi padre y mi primo, ni os digo. Ahí os dejo unas foto de mi primo en plena faena.


En este estudio con 92 niños, llegan a la conclusión de que el tomar helados tipo polo en el postoperatorio inmediato producía una reducción del dolor. El frío bajaría la temperatura local y disminuiría la actividad de los receptores TRPV1, responsables de la sensación de dolor. También aumentaría la actividad de los receptores TRPM8, que producirían analgesia. Personalmente recomendaría polos que no fueran de fresa, y pudieran enmascarar un sangrado.

Tradicionalmente se ha recomendado masticar CHICLE en el postoperatorio inmediato: aumentaría la salivación (bactericida) y disminuiría el espasmo faríngeo responsable del dolor. Se piensa que mantener los músculos de la faringe activos masticando chicle y deglutiendo reduce también el riesgo de infección. Sin embargo, también se ha publicado algún estudio en que el mascar chicle retrasa el periodo de recuperación. El mascar chicle sobreejercitaría la musculatura faríngea e incrementaría el dolor. Además la salivación excesiva provocaría aerofagia y disminuiría el apetito.

En este otro estudio de 2006, se vio que tomar MIEL alivia también el dolor postoperatorio. Se sugiere que a parte de sus propiedades antibacterianas, favorecería la cicatrización del lecho amigdalino. Si al final las madres van a tener razón.

Por otra parte, cuando se preguntaba directamente a los niños sobre qué medidas les aliviaban el dolor respondían: tomar polos, comida blanda, ver la televisión, jugar, no hablar demasiado, beber mucho y dormir, entre otros. Es decir, medidas de distracción frente al dolor.
Me ha llamado la atención que los tiempos de ayuno preoperatorio más cortos, se relacionan con menor dolor en las primeras 24 horas. Por otra parte, en este estudio se ha relacionado la ansiedad preoperatoria un con mayor dolor y problemas de sueño en el postoperatorio. Sin embargo, en este otro estudio, la preparación y educación preoperatoria del niño y los padres, sí mejora la percepción del cuidado médico, pero no se relacionó con una mejoría en la ansiedad, el dolor, la calidad del sueño o la ingesta.

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